Adonis y las flores de anémona de Pamukkale
En la antigua tierra de Chipre, se desarrolló un cuento de amor y tragedia, una historia que resonaría a lo largo de las edades. Todo comenzó con una joven princesa llamada Mirra, cuya belleza era tan extraordinaria que llamó la atención de la diosa del amor y la belleza, Afrodita.
Sin embargo, Mirra no estaba satisfecha con su propia belleza. En su audacia, afirmó que era más hermosa que la propia diosa. Esta arrogancia no le sentó bien a Afrodita y, en su ira divina, decidió castigar a la princesa mortal.
Afrodita lanzó un hechizo sobre Mirra, haciéndola enamorarse profundamente del objeto de afecto más prohibido imaginable: su propio padre, el rey Cíniro. Abrumada por la culpa y la desesperación, Mirra buscó la ayuda de una enfermera que ideó un plan para engañar al rey.
Bajo el manto de la oscuridad, Mirra y el rey Cíniro se volvieron íntimos, y cuando finalmente se reveló la verdad, el rey fue consumido por el horror y la furia. En su vergüenza y desesperación, Mirra huyó al bosque, con el corazón cargado con la carga de su amor prohibido.
Sin embargo, los dioses tenían más en mente para ella. Mientras vagaba por la naturaleza, su desesperación se volvió tan profunda que la tierra misma sintió compasión por ella. En un acto de misericordia divina, fue transformada en un árbol de mirra, sus lágrimas y gritos se convirtieron en la resina que brotaba de su tronco.
El árbol parecía sin vida, pero escondía un secreto. Cuando finalmente se abrió, se reveló un hermoso niño. Este niño, llamado Adonis, se decía que era el mortal más guapo que jamás haya vivido. Su belleza era tan cautivadora que incluso la diosa Afrodita, quien había causado la cadena de eventos que llevaron a su nacimiento, se enamoró profundamente de él.
Afrodita decidió tomar a Adonis bajo su protección, cuidándolo como si fuera su propio hijo. A medida que creció hasta convertirse en un joven, desarrolló una pasión por la caza y se hizo famoso por sus habilidades.
La tragedia llegó cuando, durante una caza, Adonis se encontró con un jabalí feroz y formidable. En la lucha subsiguiente, el jabalí salvaje hirió de muerte al joven. Sus gritos de auxilio llegaron a los oídos de Afrodita, quien corrió a su lado.
A pesar de sus poderes divinos, no pudo salvarlo. Con su vida escapándose lentamente, Adonis murió en los brazos de la diosa que lo había amado con tanta pasión.
En primavera, las flores de anémona florecen por todo Hierápolis, donde Adonis tocó la tierra, refrescando la memoria de su vida y desgracia. Estas delicadas flores rojas sirven como un conmovedor recordatorio de la trágica historia de amor que se desarrolló en esta tierra antigua.
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